Grupo #5
UN INFIERNO DE CINCO KILÓMETROS
Marvin Serpas lleva media hora a vuelta de rueda en la carretera, su
cara expresa desesperación y sabe que aún debe esperar más de media hora para
lograr avanzar. No es el único, hay más de 100 conductores en la misma
condición en la carretera Los Chorros. Los pobladores han sido afectados por la
reducción de carriles de esa vía. Marvin necesita llegar a su trabajo y Raquel
desea llegar a su control de hipertensión, porque requiere revisar su presión.
El paso de la Carretera Los Chorros se encuentra obstaculizado desde Colón,
departamento de la Libertad, hasta Santa Tecla. El tramo es de cinco
kilómetros, eso equivale a rodear cinco veces seguidas El Cafetalón.
Esta vía significa el único paso que tiene Joaquín para recoger a su
hija en el colegio, una forma para que a Claudia no le descuenten su salario
por llegar tarde. La calle conecta el occidente del país con la capital. Está
obstaculizada por trabajos del FOVIAL desde el lunes 10 de abril del presente
año, después que un derrumbe provocado por el sismo de 5.1 causó la muerte de
un joven de 26 años. Por la vulnerabilidad de la montaña rocosa, las
autoridades mantienen dos carriles cerrados, uno de ida y uno se venida. Esto implica
la reducción de espacio al manejar, más tráfico y más accidentes.
Desde entonces es frecuente ver a conductores con la misma expresión de
Marvin, mujeres trabajadoras tomando el primer bus a las 4:30 de la mañana.
Padres con sus hijos esperando que el tráfico avance para ir a dejarlos a sus
escuelas.
El reloj marca las 6:45 a.m.y el asfalto se torna tan brilloso como
cuando ha llovido un día anterior, esto se debe a la intensidad de los rayos
del sol. Se escucha los pitos de los buses, los trailer y los carros sin cesar.
El estrés aumenta.
A esto le sumamos la realidad de las personas que no poseen vehículo
propio y tampoco logran abordar el autobús porque va demasiado lleno, esto ha
obligado a los pobladores a ingeniar medios de transporte alternos.
Rafael Rivas hace una parada y sube a su pick up a siete personas que lo
han esperado media hora. Pide los 35 centavos correspondientes, porque hace la
función de un bus, pero con la ventaja de tener espacio para llevarlos. “Ideas
quiere la guerra” dice Rafael. Él traslada personas desde hace dos meses hacía
las delicias, para que puedan seguir su trayecto.
Claudia se baja del pick up de Rafael, son las 7:00 a.m. y necesita
llegar a su trabajo a las 8:00 a.m. porque si llega un minuto más tarde, comienzan
a descontar su salario. Desde que redujeron los carriles Claudia se levanta a
las 5:30 a.m. todos los días. No tiene vehículo y a pesar de vivir en la
ciudad, la dificultad para tomar el transporte público es más complicado de lo
normal, “Los buses van llenisimos y la última vez que intenté subirme a uno, me
dejó porque seguramente ya no llevaba espacio, me tocó caminar y llegue tarde.
Ese día me descontaron el tiempo que estuve ausente. Me regañaron y nadie se
imaginaba que mi trayecto había sido un infierno”.
En cuanto cae la noche las personas que viajan en autobús se ven
obligadas a tener un trayecto incómodo porque los buses se llenan aún más que
en la mañana. Se observan trabajadores del FOVIAL con sus uniformes
fluorescentes a toda hora.
La inseguridad en el duro trayecto nocturno es peor que en la mañana
porque hay menos seguridad. “Aquí no hay policías ni nada. Si pasa algo a medio
camino ni se enteran. Yo espero a mi esposa fuera de mi colonia porque claro…es
mujer, viene en bus y todo esto es bien oscuro. Mis hijos estudian en Santa
Tecla y se quedan a dormir en la semana donde una tía porque no tenemos carro”,
dijo Amílcar Calles. Él vive en el centro de Colón.
Lamenta la situación y asegura que una solución inmediata es que la PNC
o la Fuerza Armada ponga a disposición vehículos para transportar a las
personas, dar vía para evitar accidentes automovilísticos y que el flujo del
tráfico sea más rápido o reforzar la presencia de policías en la calle para que
cuiden”.
La carretera está sola en el día, solamente se ven conos anaranjados,
aunque las autoridades han justificado la reducción de los carriles por
vulnerabilidad de la zona y reparaciones, el MOP no trabaja todos los días,
solamente cuando hay alertas de lluvia.
Maritza también espera que pase el congestionamiento. “Menos mal yo
tengo carro, pero hay gente que le toca caminar o subirse a los buses que van
extremadamente llenos. Lo peor es que aquí nunca veo a nadie trabajando, es
urgente que rehabiliten los carriles correspondientes a ambos sentidos porque
gasto más gasolina y me levanto más temprano para llegar a la misma hora”.
Tres ciudadanos cuentan que han optado por recorrer la carretera en
bicicletas, tal es el caso de Moisés Espinoza, quien vive cerca de Unicentro
Lourdes y va hasta el desvío de Vía Shell en Santa Tecla. El recorrido en
bicicleta lo hace en hora y media.
“Es más peligroso por el tiempo en el que estamos. Anoche yo venía a las
8:30 de la noche y todo oscuro porque aquí no hay luz. Aquí bien fácil lo
asaltan o le hacen algo a uno”, manifestó Espinoza. Aseguró que ese día en la
noche solo encontró policías en los retenes de la entrada de la calle y una
patrulla.
Ramón prefiere caminar, no tiene carro, ni bicicleta y subirse a un bus
es complicado a su edad porque es un hombre de 70 años de edad que se dedica a
vender ungüentos en el mercado de Santa Tecla. Nos comentó que en cruzar el
tramo se tarda 45 min. Llevaba a sus espaldas un bolsón rojo, se veían los
tirantes forzados por el peso que llevaba en él, sus manos arrugadas sostenían
una bolsa transparente y dentro de ellas un par de sandalias desgastadas y un
pañuelo doblado en su otra mano el cual le servía para cubrirse de los rayos
del sol.
Después de pasar 50 minutos en tráfico, los pobladores se alegran cuando
después del Turicentro Los Chorros pueden manejar libremente en los tres
carriles con normalidad.
Gerson Martínez, Ministro de Obras Públicas, dijo que luego de haber
realizado inspecciones a través de drones y helicópteros, se llegó a la
decisión de mantener la reducción de carriles por razones preventivas y para
mantener las operaciones hasta estabilizar la zona.
Mientras el MOP resuelve a su tiempo, Rafael sigue lucrándose al
transportar a los ciudadanos a la parada de autobús más cercana. Ramón a sus 70
años sigue desgastando la suela de sus zapatos para ganar USD 3.00 al día que
le sirven para mantener a su esposa enferma y la carretera de cinco kilómetros
es el infierno para Claudia.
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