Escrito por: Brenda Pereira
Foto por: PlayGround
Cuando pensamos en una calabaza de Halloween, pensamos en un ovalo hueco color naranja al que podemos dibujarle expresión, pero en realidad las calabazas de antes no eran de esa forma.
Cuentan las leyendas irlandesas que existió un hombre llamado Jack que trató de engañar al diablo y, como castigo, "fue condenado a vagar por el mundo acompañado solo con un trozo de carbón ardiente dentro de un nabo que le serviría para iluminar el camino".
Hace unos doscientos años, la historia comenzó a extenderse por Gran Bretaña y la gente adoptó la tradición de tallar caras en sus hortalizas durante esta época del otoño. Los nabos, sólidos y abundantes, eran el lienzo preferido, pero también era habitual que se tallasen remolachas y patatas para proteger sus hogares de Jack y aquellos como él.
Cuando los inmigrantes irlandeses llegaron a Estados Unidos en el siglo XIX descubrieron la calabaza, y así surgió la versión mucho más simpática de la jack-o'-lantern que predomina en el imaginario colectivo hoy.
Dada la actual crisis de calabazas en el Reino Unido, English Heritage está animando a la gente a volver a sus raíces y que tallen nabos para sus jack-o'-lantern. Si la tendencia cuaja, a los productores de calabazas les espera un porvenir bastante jodido ya que, según The Guardian, el 95% de los 10 millones de calabazas que se venden en Reino Unido terminan siendo calabazas de Halloween.
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